sábado, 31 de agosto de 2019

sabíamos un montón

El Instagram que no tengo, el Facebook que se volvió un bajón, las redes, el exceso de computadora e información, el silencio, el estudio. El dolar, la despolítica, los encuentros, el trabajo. Tantas cosas pasan que tuve una crisis con la cuestión del té.

La taza de cha, esa infusión que amé, investigué y divulgué, con la información, se me fue de las manos, de forma tan simbólica como material. La cantidad de kilómetros que recorren esos tés chinos, japoneses e indios que tanto tomaba, su precio en dólares, sus plantas fumigadas. Esos aromas fueron quedando lejanos entre el costo y la conciencia de la huella de carbono que genera trasladar alimentos. Un alimento es como un vínculo.

Hace tiempo ya que, más, tomo mate con yuyos, o infusiones de plantas. Algunas que crecen en los canteros urbanos, a veces cosecho de algún jardín que visito, algún regalo, otros que le compro a Sacha en Traslasierra Ecofusión. Y con esas cosas de la vida, de la salud y el arraigo, me da ganas de volver a hablar de historias, de culturas, de campesinas y campesinos, de recetas, de medicinas naturales. Eso que hacía hace más de 8 años, cuando nació Momentos de té.

Y como la pelota va al jugador, según dice una amiga astróloga, resulta que hoy, en el espacio BioCultural Huerta en Puerta, o más bien, en la verdulería de Dani, vinieron dos campesinas de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) a contar de qué plantas medicinales hacen tinturas madres, de las propiedades de las malezas y de los saberes femeninos.

"Nos dimos cuenta de que sabíamos un montón", comentó Carolina, hija de una curandera boliviana, que emigró a Argentina y hoy es productora de alimentos en el cordón frutihortícola de Florencio Varela, cerca de La Plata. Hace cuatro años que las mujeres de la organización comenzaron a reunirse. A compartir, a conversar. El machismo en el campo es muy fuerte y ellas además de, como sus maridos, realizar un trabajo casi esclavo, cuidan de sus hijos y de la salud de sus familias. La necesidad de compartir las reunió. A muchas sus maridos las golpeaban o se violentaban después de tomar bastante alcohol. A otras las intentaban matar, las desvalorizaban y las dejaban sujetas al trabajo doméstico.

"La salud y la sanación es mucho más que lo que nos dice la medicina moderna. Entre nosotras nos hemos salvado", comparte íntima Rosalía, también miembro de la Secretaría de Género de la UTT y productora de plantas aromáticas que se utilizan en la producción agroecológica dentro de los cultivos, como polinizadoras y en reemplazo de ciertos plaguicidas. Los insectos prefieren sus flores.

Hablamos de plantas y de sus propiedades, de salud preventiva, de alimentación, de la tristeza y todo el tiempo, aunque casi no se dijo, de la construcción de soberanías. Las personales y las colectivas.

"Plantas medicinales que conocemos y valoramos" se llama el recetario que nos compartieron. Tan hermoso. Saber qué planta tomar, ¡qué té! sí, ¡también se llama té! para sentirse mejor. Y no con plantas que crecen en los Himalayas si no acá mismo, como un yuyo en mi medianera.

Algunas fáciles de conseguir: romero, para energizarnos, tanto en tintura madre como en aceite; hablaron de la cola de caballo y de la consuelda, de la mansalva de hierro que tiene la ortiga, de la bardana para depurar y desparasitar y hasta una se animó a asegurar que la carqueja puede funcionar como un viagra; con bastante picardía, debo sumar.

Comentaron que las hojas de eucaliptos redondas las ponen en palanganas de agua caliente para que respiren sus hijas e hijos cuando están resfriados, y una del público aseguró que la equinacea es muy buena para el sistema inmunológico. Gotas de tintura madre o teteras llenas de humeantes decocciones, la belleza de las plantas es el vínculo más sincrónico que tenemos como naturaleza: aparecen cuando hacen falta, nutren, sanan, hidratan, purgan, reconstruyen. Para nuestro organismo, que comparte tanto con el mundo vegetal como con todo su ecosistema, tomar plantas es una bendición.

Y me volví en colectivo, con una bolsona llena de hojas verdes sin fumigar, con bardana en la mochila -he tenido tiempos en los que he comido mejor y, como les conté, la bardana es depurativa-, y con una sensación de que aunque siga demasiado lejos, el campo a veces visita la ciudad.  




viernes, 22 de junio de 2018

Una tarde

Hoy cambié la tetera o el cortado esporádico que me tomo por la calle muy de vez en cuando por una sopa y Spinetta. Salí con la compu a escribir, a inspirarme. A escribir de lo que se me cantara la gana. Y a las 4 de la tarde, acá me encuentro frente a una crema de lentejas y cebollas en un lugar que me gusta tanto como si yo misma lo hubiese pensado.

Así me siento. Llegar a un hogar restaurante y almacén, que desde cómo se siente el ambiente, la filosofía que lo sostiene y, bien concreto, en las delicias sin agronegocio que me sirven, me hacen sentir en casa.

"Somos conscientes de la importancia que tiene la alimentación en nuestra salud y el impacto en el  medio ambiente, por eso utilizamos insumos orgánicos y naturales que conservan los sabores reales y genuinos de cada alimento".

Me encanta venir acá. Me caen bien sus camarerxs y cocinerxs, sus intenciones. Cuando salí de casa pensando en irme a laburar a algún bar, estaba encarando para Varela Varelita, un mítico de Paraguay y Scalabrini Ortíz. Pero me hice cargo de que más ganas que de un cortado y como mucho una traviata, me esperaba la música amiga y las delicias tibias de Casa Munay.

Mientras hago listas, planeo mis sueños, acepto emociones. También leo o chateo con algún queridx, leo el menú, pienso recetas, secretos que les voy a robar, como el de las semillas de amapola en el queso vegano untable o, más sencillo y anunciado, animarme a licuar las lentejas y hacerlas sopa.

Entren a la página: www.casamunay.com porque mi teléfono es muy malito y no tengo otra cosa con qué retratar.

Lo del fútbol no me importa nada, sinceramente. Pero la realidad del país me tiene muy golpeada, el recorte es pura mala noticia, desfinanciamientos para muchos, mentiras, liberación de impuestos y favores para otros. Me duele y me entristece. Las mineras y Bayer (exMonsanto) avanzando sobre las tierras cultivables, Vaca Muerta y el fracking como bandera. Parece que todo se va al carajo por momentos.

Por eso, insisto. Me encanta este lugar y este tipo de lugares. Como me gusta lo que intento en mi casa y en mi vida. Vivir con independencia, en colaboración con la Naturaleza. En ella gran madre incluyo a todos los seres, al resto de los seres humanos también, aunque son a los más me cuesta entender. Más fácil es  Kokoro, el gatito amigo que adopté, por ejemplo. Aunque me rasguña, su conducta siempre tiene lógica y sabe jugar.




Después de la sopa me tomé un chai. Canela, jengibre, cardamomo, pimienta, bastante a la India. Pero en agua cortado con un poco de leche de almendras con espuma. Con espuma de leche de almendras, repito. Sí, no soy purista del chai a la india tal cual hecho en leche de vaca. Es más pesado y ácido. De este podría tomarme dos o tres tazas más sin sentir que me explota la panza. Cuando llegue a casa voy a preparar una cacerola y voy a dejar que se ponga bien picante. En lugar de almendras, que me mata el presupuesto, haré leche de avena.

El tema central de mi vida hoy es, entonces, entre sopa, té y la música en español que suena, es que apuesto a la Agroecología, a la Soberanía Alimentaria. A la vida en armonía, a esforzarme por lo que siento que me construye y me integra. A crear redes. A ser Naturaleza. Como Munay, como muchxs otrxs más que lo estamos intentando.

miércoles, 20 de junio de 2018

Invierno


Una ambigüedad de sensaciones sostiene este momento.

Y un deseo guerrero de recuperar el sentido de la alegría.





miércoles, 21 de febrero de 2018

septiembre en Buenos Aires


De qué sirve evitar sufrir?
combatir la imbecilidad humana
como achicharrarse
partirse de pie
perderse a lo largo
del fin

Nublarse de sentido
en el preciso instante
en el que nada lo tiene
romperse de pie
recorrer lo largo
de un síntoma grupal





miércoles, 24 de enero de 2018

para vivir un gran amor





Eu não ando só
Só ando em boa companhia
Com meu violão
Minha canção e a poesia

Para viver um grande amor, preciso
É muita concentração e muito siso
Muita seriedade e pouco riso
Para viver um grande amor
Para viver um grande amor, mister
É ser um homem de uma só mulher
Pois ser de muitas - poxa! - é pra quem quer
Nem tem nenhum valor
Para viver um grande amor, primeiro
É preciso sagrar-se cavalheiro
E ser de sua dama por inteiro
Seja lá como for
Há de fazer do corpo uma morada
Onde clausure-se a mulher amada
E postar-se de fora com uma espada
Para viver um grande amor

Eu não ando só
Só ando em boa companhia
Com meu violão
Minha canção e a poesia

Para viver um grande amor direito
Não basta apenas ser um bom sujeito
É preciso também ter muito peito
Peito de remador
É sempre necessário ter em vista
Um crédito de rosas no florista
Muito mais, muito mais que na modista
Para viver um grande amor
Conta ponto saber fazer coisinhas
Ovos mexidos, camarões, sopinhas
Molhos, filés com fritas, comidinhas
Para depois do amor
E o que há de melhor que ir pra cozinha
E preparar com amor uma galinha
Com uma rica e gostosa farofinha
Para o seu grande amor?

Eu não ando só
Só ando em boa companhia
Com meu violão
Minha canção e a poesia

Para viver um grande amor, é muito
Muito importante viver sempre junto
E até ser, se possível, um só defunto
Pra não morrer de dor
É preciso um cuidado permanente
Não só com o corpo, mas também com a mente
Pois qualquer "baixo" seu a amada sente
E esfria um pouco o amor
Há de ser bem cortês sem cortesia
Doce e conciliador sem covardia
Saber ganhar dinheiro com poesia
Não ser um ganhador
Mas tudo isso não adianta nada
Se nesta selva escura e desvairada
Não se souber achar a grande amada
Para viver um grande amor!

Eu não ando só
Só ando em boa companhia
Com meu violão
Minha canção e a poesia

viernes, 1 de septiembre de 2017

¿Dónde está Santiago Maldonado?

La desaparición de Santiago Maldonado nos pone sobre el escenario la emocionalidad individual, o a mí al menos. Me cuestiono sobre qué lugar heredamos en la sociedad, qué pensamientos e ideologías nos transmitieron desde el vientre y si es que no cambiamos políticamente por extremo apego a nuestra identidad o por un rechazo exagerado a lo que nos enseñaron.
¿Creés que un humano tiene más derecho que otro? ¿te parece más justo el derecho político del uso de las fuerzas siempre al límite del abuso, o el reclamo de familias americanas que defienden desde hace 200 años la posibilidad de existir?
¿Te parece legítimo el reclamo de un pueblo excluído, asesinado desde el nacimiento de este país como estado moderno? ¿Recordás haber leído que los españoles y luego los fundadores administrativos de esta patria destruyeron culturas, esclavizaron a aborígenes y los despojaron se su territorio histórico?

¿Qué sentís frente a esto? Pareciera que sigue siendo esa estúpida creencia de que la civilización es el progreso, de que el respeto de las leyes es lo principal, cuando esas leyes son escritas por una clase política para proteger sus propiedades. A personas, a otros humanos, a otras familias, los despojaron de todo y algunos convencidos -como Santiago Maldonado- aún reclaman por esos pueblos discriminados, maltratados y denigrados. Y no me lleguen a decir que se mataban entre ellos o que los incas eran un imperio, porque es cierto. Pero también forman parte de este país. Los seres humanos venimos matándonos por milenios, en cualquier territorio y origen cultural.

Ya es tiempo de compartir el territorio, de coexistir.

La burbuja de la supuesta paz que vende Occidente es una mentira aberrante, una suerte de autoengaño, respaldada en la explotación y violencia fuera de sus naciones y en los sistemas carcelarios. La diversidad no es sólo la de género. La convivencia de culturas, colores de piel y de tejidos, de platos, de medicina, de idiomas, de pensamientos y simbologías que habita esta tierra debe ser valorada, respetada. El progreso del capitalismo sin escrúpulos nos dejó pobres y estresados. Hay que replantearse la historia, volver a leer sobre las primeras organizaciones de esta tierra como la Nación Argentina.

Y cito a uno de los patriotas que según Mauricio Macri estaba angustiado cuando se ofreció de cuerpo y alma para liberar al país del yugo español.
"Los ricos y los terratenientes se niegan a luchar, no quieren mandar a sus hijos a la batalla, me dicen que enviaran tres sirvientes por cada hijo solo para no tener que pagar las multas, dicen que a ellos no les importa seguir siendo una colonia.
Sus hijos quedan en sus casas gordos y cómodos, un día se sabrá que esta patria fue liberada por los pobres y los hijos de los pobres y los negros que ya no volverán a ser esclavos de nadie".

José de San Martín

#DóndeestáSantiagoMaldonado

martes, 22 de agosto de 2017

La inmensidad en un instante

El conflicto de estar vivos es muy complejo. Parece que no se solucionaría queriendo evitarlo. Reflexiono sobre el dolor que me genero y que genero en otros, la intención de revertir ese vínculo destructivo y recuerdo que todos nos vamos a morir un día.

Nos vamos a morir. O sea, vamos a ser libres ahora o después. ¿Tal vez nunca?

¿Cuál es el orden de las cosas? ¿Cuál es el sentido de soportar violencia, desigualdad y mentira? ¿Por qué algunos la padecen y otros ni se enteran? ¿Algunos la superan y otros no lo logran? ¿Alguno se hacen cargo de lo que otros no quieren ver? ¿Existen personas, pares, colegas, parientes, amigos que no viven en el mismo mundo en el que cada tanto nos encontramos? ¿Qué mundo crea cada uno en su cabeza?

¿Qué es la conciencia? ¿Qué significa construir con amor? ¿Somos libres?

El cuerpo. Me acuesto en el piso y respiro. Hago silencio, conecto con mis sensaciones. Algunas son dolores, otras son placeres. A algunas no le tengo muy entendido de qué se tratan. Me siento y cierro los ojos. Permanezco un rato en la respiración. Siento el entrar y salir del aire y el movimiento que eso provoca en mi organismo. También la caricia del aire en la nariz y los labios.  Tomo la decisión de no distraerme con mis pensamientos, de estar atenta, concentrada en el sentir, en lo que puedo percibir a través de mi corporeidad. Un minuto, dos, diez. Quizás más. Quizás algunos días.

Sin que me lo invente, la mente me transmite imágenes, recuerdos, fotografías concatenadas. Sigo concentrada en el sentir, no elaboro pensamientos, no creo sobre lo imprevisto que aparece en mi razón. Lo miro como se observa una película, algo que ocurre fuera de mi ser. Me conmueve. Se mueve, muta. Mi mente recibe una nueva vibración. Algo parece distinto.

Inhalo por la nariz lento, llevo el aire hacia detrás de mis ojos y siento que se expande el espacio de mi frente, se relaja la cara, los dientes ya no apretan, caen los hombros y la necesidad de sostener, ya no me cuesta tanto sentarme erguida.

Siento la bendición de estar viva, sin entender muy bien por qué. Los siento en las células. Sí, es una bendición ser consciente del misterio y de mi ignorancia. Me reorganizo. Me despojo de lo que me identifica hasta hoy y renazco. Un instante me siento fresca, como una flor con los primeros rayos del sol de octubre.

Separo los párpados. Me veo en lo que veo. Tomo otra inhalación que me infla de vacío. Mi corazón da unos latidos fuertes y vivencio el desafío. Acepto el conflicto. Abrazo con pasión la posibilidad de la paz.